En busca de una identidad perdida: el pasado precolombino en los libros de texto de Estudios Sociales de Costa Rica: 1968 – 2001
Elisenda Coladán
Estudiante Doctorado
Pensamiento Latinoamericano
UNA – Heredia
Profesora de Historia
The European School
San Pablo de Heredia
Introducción
En Costa Rica, la identidad nacional se ha forjado a partir del mito de la "blanquitud costarricense", obviando en gran parte el pasado indígena precolombino. Sin embargo, este pasado constituye la etapa más larga de la historia del país, representada apenas por algunas páginas en los libros de texto de Estudios Sociales.
En este trabajo nos proponemos ir más allá de la simple constatación del hecho e interrogarnos sobre cuál es la imagen de este pasado indígena precolombino presente en los libros de texto y de qué manera se vincula con la idea de identidad.
Al analizar los textos publicados durante las tres últimas décadas, buscamos destacar cómo estos aspectos (representación e identidad) han ido cambiando y de qué manera están relacionados con las diferentes etapas del desarrollo la teoría arqueológica y del pensamiento sobre la identidad.
¿Porqué analizar la visión del pasado indígena y sus lazos con la identidad mediante los libros de texto? Para contestar esta pregunta partimos de dos presupuestos teóricos:
- La identidad es una construcción que se relata en los libros de texto. Como lo señala García-Canclini: "los libros escolares ... fueron durante mucho tiempo los dispositivos con los que se formuló la Identidad (así, con mayúscula) de cada nación y se consagró su retórica narrativa " (1995: 107).
- Los manuales escolares participan en la formación de este imaginario (Achugar y Bustamante, 1996: 163) que se manifiesta de dos maneras: una en el curriculum oficial o explícito que "aparece claramente reflejado en las intenciones que, de manera directa, indican adquisiciones, sin embargo, nunca llegan a explicitarse como metas educativas a lograr de una manera intencional "(Ibíd.)
El pasado indígena y la identidad
I - ¿Una identidad perdida?
¿Cuál es la identidad del costarricense hoy? Si aportamos la respuesta de Carlos Fuentes: "la que tenemos ahora mismo ", podemos decir como Nelly Arenas que "preguntarnos qué somos hoy los latinoamericanos pasa por un examen de lo que creímos haber sido hasta los momentos " (1997: 127).
Une elemento de respuesta podría estar en la clasificación realizada en los 70" por Darcy Ribeiro, con la categoría de "pueblos testimonios" (1976). Los 3 estratos que él propone para caracterizar las sociedades de América Latina, nos parecen estar presentes en la sociedad costarricense:
- un estamento superior, "blanco por autodefinición" , hispanizado;
- un estamento intermedio, mestizo; (en el caso de Costa Rica es el más numeroso, pero tiende a considerarse parte del primer estamento);
- un estamento formado por los indígenas marginados culturalmente, cuya integración es todo un desafio para poder formar "un perfil étnico nacional".
En el caso del imaginario costarricense, la identidad parece oscilar entre la de un ser blanco, democrático y culto, como lo repite el discurso oficial desde el siglo XIX y un ser multicultural, como los científicos sociales se esfuerzan de explicar desde 1996, cuando se cambia la apelación del 12 de octubre "Día de la Raza" a "Día de las Culturas", por iniciativa de un grupo de historiadores y de antropólogos.
Corrales, considera que:
"la idea de un pasado precolombino jugando un papel importante en la identidad nacional de Costa Rica ha sido desarrollada hasta recientemente y ahora hay algunos signos positivos de cambio. En los textos educativos y libros de historia de Costa Rica, se incluyen los datos generados por las investigaciones arqueológicas, con una mayor profundidad temporal y complejidad de las ocupaciones precolombinas" (2000: 353).
Sin lugar a dudas, 1992 ha representado en toda Latinoamérica una fecha clave para la reflexión sobre la identidad y el pasado indígena. Sin embargo, Larraín (1996: 127) considera que los trabajos que surgen en esa época están asechados por tentaciones esencialistas que adoptan históricamente dos formas:
- la primera busca en unos de los componentes de la cultura (español, indígena o racionalista) la clave del ser verdadero,
- la otra considera que hay una matriz cultural híbrida que surge en un periodo determinado y parece no haber tenido evoluciones. Encontramos una idea similar en García-Canclini, cuando opina:
"Con frecuencia las identidades nacionales, étnicas y regionales se defienden con un discurso esencialista y ahistórico, anterior a los estudios de las ciencias sociales que entienden a las identidades como las maneras - cambiantes - en las que las sociedades se imaginan y construyen relatos sobre su origen y futuro". (1999: 33)
Podríamos preguntarnos si estas posiciones esencialistas no son parte de la imagen de la identidad costarricense presente en los libros de texto y que ha sido el hecho tanto del discurso oficial, que habla de una Costa Rica blanca y democrática (española/europea), como de los arqueólogos sociales que se proponen vincular la teoría sobre el pasado con el presente, siguiendo las tradiciones nacionalistas e indigenistas en América (McGuire y Navarrete, 1999: 99) y consideran que " la arqueología (es) el proceso de definición y de rescate de la identidad cultural " (Sanoja, 1983, citado por Fonseca, 1985: 20). Es decir que el pasado indígena es una imagen de la identidad olvidada, indefinida y perdida que los arqueólogos sociales se han dado la tarea de rescatar.
II - La identidad como construcción que se relata:
La pregunta es: ¿qué se relata, cómo se relata y quién relata? Renato Ortiz nos aporta elementos de respuesta: "hay que trabajar la identidad (como) una construcción simbólica que se hace en relación con un referente ", entendiendo "construcción simbólica" como "producto de la historia de los hombres". Esta construcción es un ordenamiento de determinados recuerdos que funcionan como lazos que unen a los individuos en un todo nacional. Los que relatan son "los intelectuales (que) actúan como mediadores simbólicos al establecer el nexo entre el pasado y el presente " (1998: 51-55) y, en el caso que nos interesa, estos mediadores serían los libros de texto y los narradores serían los arqueólogos, cuyo discurso es retomado por los autores y editores de los manuales escolares.
Actualmente los libros escolares son el recurso pedagógico más utilizado por los profesores y en muchos casos, el único ofrecido a los alumnos. El profesorado debe seguir un programa establecido por las directivas ministeriales y recurre al manual como una guía para organizar su curso. Es decir que los contenidos de los libros de texto son considerado como la norma a seguir sin que, por lo general, se la cuestione. Los temas de estudios son presentados como homogéneos, consensuados y rara vez se presentan varias perspectivas para un mismo sujeto.
De tal manera que este material nos pareció optimo para poder investigar a la vez lo qué se relata: la representación del pasado indígena y sus lazos con la identidad, cómo se relata y quiénes lo relatan; tratando de determinar desde que referentes se hacen dichas narrativas.
III – Un modelo de análisis de la identidad:
En 1996, Fernando Coronil, historiador venezolano, radicado en los Estados Unidos, publica un artículo en el cual parte de dos representaciones de la Otredad: el Yo que simboliza al occidente (entiéndase Europa y Estados Unidos) y el Otro formado por las comunidades no-occidentales, para proponer tres categorías de análisis de las estrategias del discurso colonizador en la construcción de la modernidad y en el capitalismo:
1) La incorporación del Otro en el Yo: en esta modalidad Occidente oscurece el papel que las comunidades no-Occidentales tuvieron y tienen en la construcción de la modernidad. Por lo tanto, reprime a los intelectuales no-Occidentales en la construcción de un conocimiento planetario.
2) La desestabilización del Yo por le Otro: los intelectuales y académicos de izquierda, críticos de la modernidad y del colonialismo son quienes mantienen y reproducen la idea del otro, esta vez como un espejo crítico.
3) La disolución del Otro por el Yo: Occidente y lo no-Occidental son entidades autónomas y opuestas, cuya oposición se resuelve mediante la incorporación de las zonas y comunidades no-Occidentales en la expansión Occidental. (Mignolo, 1998)
Aunque Coronil establece esta modalidad ubicándola en una reflexión sobre el colonialismo en la modernidad y en el capitalismo, podemos rescatar algunos elementos que nos permitan entender su relación con el estudio del pasado indígena dentro de la arqueología costarricense y en el discurso sobre la identidad.
IV - Para una lectura del relato: el curriculum explícito y el curriculum oculto:
En los dos casos se parte de la misma idea: "Los libros de texto, al igual que cualquier otro recurso didáctico.. pretenden establecer ciertas actitudes hacia el mundo en el que estamos insertos, y apoyan y defienden para ello unas determinadas concepciones y teorías " (Torres, 1996 a: 168).
Profesor asociado en el departamento de antropología e historia de la Universidad de Michigan, autor de
Coronil, Fernando. 1996. 'Beyond occidentalism: toward nonimperial geohistorical categories'. Cultural Anthropology 11(1): 51-87.